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MANANTIAL, en búsqueda de un propósito de vida

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July 15, 2019

Charla-conversatorio sobre la novela MANANTIAL (Pavsa, 2013)

De Francisco Javier Bautista Lara,

para estudiantes de la UNIVERSIDAD AMERICANA UAM,

Managua, Nicaragua, julio 2019.

 

Es un privilegio tener la oportunidad de hablar con el lector de una de mis obras, y he tenido muchas oportunidades, pero cada momento es particular y distinto al otro, porque los lectores son distintos siempre. Una obra literaria de cualquier tipo, producida por un autor de cualquier país y de cualquier idioma, siempre se termina de realizar, de desarrollar, de expandir a partir de la lectura de los lectores, de tal forma que los lectores siempre complementan, interpretan, perciben de manera distinta, aunque hayan leído el mismo libro. Uno se pregunta como escritor ¿por qué el mismo texto puede ser visto desde distintos puntos de vista y percibido con distintas intensidades? Y el lector, ustedes en este caso, puede ser que hayan puesto énfasis en algunas partes más que otras, y puede ser que algunas partes ni siquiera las hayan visto, sin embargo, seguramente otras quedaron profundamente grabadas en su memoria.

 

Me voy a referir a esta obra que titulé “Manantial”. Debo reafirmar que es una novela, por lo tanto, como novela tiene ficción, pero también es historia, y como historia se construye a partir de hechos reales, parte de las cosas que ustedes leyeron están sustentadas en la historia de Nicaragua y las evidencias son claras, pueden buscarlas en las diferentes obras históricas del país, y podrán darse cuenta que la mayoría de los hechos son reales, es decir, hay sucesos históricos. Pero también hay un elemento biográfico, aquí está la vida de un personaje.

 

Entonces, ustedes tienen en sus manos un libro que tiene los tres elementos juntos: un elemento de ficción que lo hace ser una novela, un elemento de la historia que lo hace tener un carácter histórico y un elemento vinculado a la biografía de un personaje, que la hace ser, por lo tanto, una novela histórica y biográfica. Alguien puede preguntar ¿dónde termina la historia? ¿Y dónde termina la biografía? ¿Y dónde termina la ficción? Ese es un asunto que cada lector puede averiguar si le interesa.

 

Pero también para el autor es difícil precisar los límites de una cosa u otra, porque eso mismo sucede cuando ustedes hacen un batido de frutas: meten en la licuadora un poco de sandía, un poco de melón y un banano, los mezclan y después ¿sepárenme la sandía del resto del batido? No se puede ya está mezclada, es un solo batido de frutas; este libro que leyeron es uno solo, contiene los tres elementos mencionados.

 

Alguien podrá preguntar ¿por qué combinar esos elementos? Aquí hay una reflexión personal: cuando escribí esta novela la hice por una motivación concreta. El libro se refiere a un hogar de niños huérfanos originalmente, y ahora también incluye a niños de las calles, es decir, niños que están en situación de pobreza, de exclusión, con problemas y riesgos. Entonces, tuve vínculos con ese Centro, lo visitaba con frecuencia y en ocasión del cumplimento de 100 años de la muerte de José Zacarías Guerra (1913-2013), decidí escribir una obra que tratara de reconstruir una historia ignorada, allí salió Manantial.

 

Comencé pensando que podía escribir una biografía o un relato histórico, pero después se me ocurrió que fuera una novela para recrear de mejor forma la historia, porque ¿saben qué pasa? la historia tiene vacíos siempre, y las biografías también: hay cosas que no sabemos e ignoramos. La pregunta fue: ¿cómo hago para juntar los hechos? ¿Cómo hago para juntar algo verificado o cierto con algo que no sé si es cierto? La única forma, el único género literario que me permitiría hacerlo es la novela. Ello me permite mezclar evidencias y no evidencias, verdades y no verdades, supuestos y sucesos comprobados y no comprobadas, así es que no estoy pecando de falsedad, estoy simplemente construyendo una novela a partir de hechos históricos y biográficos complementando y juntándolos como un rompecabezas a partir de la creatividad y la imaginación.

 

Ustedes pueden construir una novela a partir de hechos reales y falsos, y combinarlos, pero si quiero escribir un ensayo o un relato histórico, estoy obligado a sujetarme a la evidencia, porque si comienzo a falsear, cualquier me podría decir que falsifico la historia. Sin embargo, estoy contando una historia como ficción, una novela, que incluye elementos verídicos, comprobables y supuestos que no necesitan aprobación de evidencias porque están alimentados y sustentados por la imaginación “de lo posible”, eso es importante. No se trata de que recrear una historia que a todas luces no tiene ni pies ni cabeza, sino que construye una historia que es evidentemente posible, que perfectamente pudo ocurrir así, y nadie me puede decir que no ocurrió así porque es factible.

 

Ustedes tienen, por lo tanto, en las manos, ya leyeron tal vez la mayoría, una novela con elementos de ficción, de historia y biográficos que han sido integrados en una unidad que se llama libro-novela.

 

Esa novela tiene dos partes. La primera parte se refiere estrictamente al aspecto histórico-biográfico del personaje y su contexto, y la segunda parte es la que da continuidad histórica a lo que quedó como herencia de este personaje José Zacarías Guerra Rivas. La primera parte hay un relato sin indicar las fuentes, eso permite omitirlo la ficción. Si fuera un ensayo histórico estaría obligado a citar las fuentes, y a indicarlas como fuentes bibliográficas al final, como deberán hacer ustedes con una tesis, por ejemplo. Así es que me salgo de esa responsabilidad, aunque muchas de las cosas que están ahí contadas tienen fuentes comprobables.

 

Además, hay una cosa importante con la novela: la lectura resulta más fluida, más agradable al lector en general. Si ustedes leen un ensayo, la rigurosidad y la formalidad de un ensayo suele ser pesada. Entonces el lector necesita tener disciplina para sentarse, leer y poner atención, leer los pies de páginas, etc., a veces eso se vuelve cansado. La pregunta que me hacía era ¿cómo hacer para contar una historia que sonara divertida? Es decir, que el lector la lea con ganas de leerla, que aprenda de la lectura pero que la disfrute y viva el momento de lo narrado, es decir, quiero trasladar al lector a las circunstancias históricas, las emociones, los pensamientos, los conflictos narrados, y eso solo me lo permite la ficción. El ensayo no, suele ser más frío, menos emocional. La novela te activa las emociones, puede activar la imaginación, el ensayo es más riguroso, formal, rígido y limita la creatividad.

 

Así que por eso ustedes tienen en sus manos esta novela. Una novela cuyos derechos de autor de la edición han sido donados para el Hogar Zacarías Guerra, de tal forma que el pago que ustedes hicieron no es mío, es del Hogar, como una contribución personal y de ustedes. Es insignificante en términos económicos, pero es un aporte, es una manera de mostrar uno de los elementos claves que planteados en la obra y sobre el cual quiero reflexionar: la solidaridad.

 

Cinco aspectos claves a reflexionar

 

El suscrito, autor de la novela, y a lo mejor diferimos en cuanto a lo percibido, y eso no es malo, cuando construyó la obra y cuando la diseñó se planteó cinco reflexiones básicas que están ahí plasmadas:

 

La primera gran reflexión es que las personas, los seres humanos con frecuencia nos equivocamos al juzgar al otro, y con frecuencia recurrimos a los prejuicios para condenarlo. Con frecuencia somos descalificadores del otro sin basarnos en nada, o basado en supuestos.

 

Ese personaje que ustedes identificaron aquí, José Zacarías Guerra, tuvo una vida particular, como todos los seres humanos con sus defectos y sus virtudes, la sociedad lo condenó, por mil razones. Cuando José Zacarías muere, en mayo de 1913, nadie llegó a la vela, y eso está contado ahí, no es mentira, es cierto, fue “un entierro de pobre”, como diría Azarías Pallais, sin gente. No tenía hijos, los parientes lo veían de largo, un hombre solo, silencioso, parco, viviendo en la sociedad de Managua de principios del siglo XX, aislado de la sociedad, con una vida personal silenciosa. Un hombre respetuoso, muy elegante, educado, no le hacía daño a nadie. Ese silencio de ese hombre que vivía una vida privada, la sociedad lo percibía como raro: “¿Quién es este?”. Es un avaro, porque gana reales, es trabajador, consistente, persistente y dedicado. Sí, pero esa vida ¿qué? Si no tiene hijos, se está pudriendo en reales. ¿Quién sabe que hay en la consciencia y en el pensamiento del hombre? Nadie. Un hombre con una vida silenciosa pero la gente condenó, murió en silencio, solo.

 

Tres días después de su muerte, el Arzobispo de Managua, monseñor José Antonio Lezcano, el primer Arzobispo de Managua, al conocerse el contenido del testamento, se dan cuenta que dice: dejo mi herencia, mi trabajo y mi vida es para un asilo para los niños huérfanos. Entonces el Obispo convocó a la gente de Managua a una misa de acción de gracias, para reconocer a aquel hombre que fue enterrado en la soledad, puso en evidencia que se equivocó Managua. Se equivocaron los vecinos, los parientes: condenaron a un hombre a partir de la superficialidad de los prejuicios, pero resulta que ese hombre llevaba una vida destinada a un generoso propósito que la gente ignoraba.

 

Convocaron a toda Managua en el cementerio San Pedro, que está por el edificio del INSS, ahí yace la tumba de Zacarías Guerra, lo enterraron ahí, y tres días después, el obispo celebró una misa campal, reconociendo que lo habían juzgado mal.

 

La primera reflexión que hago, que se encuentra en el libro y pongo sobre la mesa, es que con frecuencia los seres humanos nos equivocamos al juzgar al otro. Con frecuencia imponemos prejuicios y descalificamos.

 

La segunda reflexión es que la solidaridad humana es indispensable para darle sentido a la vida. No sé cómo son ustedes, si tienen o no tienen reales, si sus familias tienen posibilidades económicas o no, no importa, pero sí les puedo decir una cosa: ningún propósito de vida puede ser ajeno a la solidaridad humana. No se trata de que seas cristiano, musulmán, o budista, es decir, el ser humano en esencia requiere ser solidario, porque no hay forma de coexistir en el mundo que compartimos sino desarrollamos la solidaridad como actitud, eso está señalado en el libro: la solidaridad es fundamental para la convivencia humana.

 

El tercer punto: nosotros vivimos en una sociedad, y cada quien es particular, es particular incluso la interpretación del texto, pero también la interpretación del entorno: ustedes ven las cosas que pasan de alguna forma. Lo que estoy diciendo, ustedes lo están percibiendo de manera distinta. Espero que algunos estén entendiendo y siguiendo la línea de lo que digo, pero debe haber otros que están perdidos y no están conectados con la sesión de ahora. Esas son las realidades humanas. Cada uno de ustedes en esta sociedad, y en cualquier sociedad tiene que aprender a convivir, a existir en medio de esas diferencias. Esa es una realidad ineludible. Eso significa que tenes que aprender a existir con las incomprensiones del otro y con tus propias confusiones, porque si no, no tenés forma de existir. Ahora, si esperas que todo mundo te acepte, que todo mundo te aplauda, y si esperas que eso suceda para seguir adelante, tengan la plena seguridad de que no van a ir a ningún lado. Siempre va haber alguien que va a decir que sos feo, gordo, bruto, que lo que haces no está bien, que te llevará la contraria sin razón, y si esperas el reconocimiento del otro para hacer lo que querés hacer o no hacer, te quedarás inmovilizado.

 

No sé ustedes qué quieren hacer en el futuro, pero tengan la plena seguridad que lo que ustedes quieran hacer en el futuro, más de alguien habrá que lo cuestione, y diga que están locos, que no tiene sentido. No es que sea mala intención de tu mamá o papá, es que así son las cosas. La tercera reflexión importante que está en el libro, es que uno tiene que aprender a lidiar con las circunstancias del entorno, y no puedo esperar una aceptación del entorno con lo que uno quiere hacer por convicción. Tampoco uno tiene que esperar que todo mundo apruebe lo que uno quiere hacer, y uno tampoco puede enredar su propio estado emocional y mental por lo que otros piensan lo que uno debe o no debe hacer. Uno debe tener claridad en ese sentido. Si para cada acto personal: casarse, tener hijos, estudiar, comenzar a trabajar, lo que sea, para cada acto personal de una persona adulta, esperas el consentimiento de otros, no van hacer nada en la vida.

 

Entonces aquí el personaje que ustedes identificaron en el libro, vivió una realidad, chocó con su realidad. Siguió adelante, no esperó la aceptación, no se frenó por el rechazó. Simplemente sorteó sus circunstancias y siguió.

 

Cuarta: las personas, todos nosotros, ustedes, tienen un propósito. La pregunta fundamental que uno se hace: ¿Cuál es el propósito? Nadie te puede decir el propósito tuyo, cada quien tiene que descubrirlo. No hay una fórmula, lo que hay son pautas, experiencias o aprendizajes, pero nadie te dice con exactitud la determinación de tu propósito de existencia, es un asunto personal, íntimo, que tenés que descubrir con tus propias manos. Pero todas las personas tenemos un propósito, descubrirlo y emprenderlo es la razón de existencia. Ustedes están jóvenes, y no sé si han logrado descubrir su propósito personal; el asunto de ser joven o viejo no es lo que determina si está claro o no tu propósito; podés llegar a los 50 años y andas perdido todavía, no sabés. Podés morirte, y puede ser que no estés claro para qué viniste a este mundo, ni hayas vislumbrado con claridad el propósito. Es una razón personal, fundamental, que da sentido a tus actos, a tus sacrificios, le da sentido a tus crisis, a tus circunstancias: si tu propósito es claro, no importa que los otros te acepten o no; no importa que otros te rechacen o no. Tu visión y misión personal expresan este propósito. Aquí, en este libro, también se plantea la claridad de propósito.

 

Y la quinta reflexión es algo vinculado con el propósito. Cuando uno tiene un propósito claro, suele caer en la tentación de postergar, de decir, “el otro año comienzo”, “dentro de cinco años comienzo”. Ese proceso de postergar es un pecado humano común, nos da miedo arriesgarnos. A veces somos conscientes que ese propósito de vida obliga a romper esquemas, a cambiar estilos de vida, a asumir sacrificios, a establecer renuncias, pero saben una cosa, cuando hay un propósito en la vida y no lo emprendés, postergar el propósito tiene costos altos, porque los costos se pagan, porque si ese era su propósito, al final del camino, lo que vas a tener es una profunda insatisfacción, tristeza, un profundo sin sentido. Pero cuando emprendiste tu propósito más allá de que si tuviste que sufrir, que ser rechazado, la satisfacción del propósito emprendido y logrado es suficiente para enfrentar los daños, los riesgos y rechazos que pudieron ocurrir.

 

Esas son las cinco reflexiones que como autor he tratado de expresar a través de la historia, a través de la biografía, y a través de la ficción, en esta novela.

 

Cinco factores vinculados al personaje

 

Agrego, sobre el personaje cinco factores vinculado directamente a él. ¿Qué influyó en determinar el propósito de José Zacarías Guerra Rivas? Hay cinco elementos que mencionaré:

 

El primero: él nace y vive en un contexto histórico, social político y cultural concreto. No es de nuestro tiempo, es su tiempo, cada quien tiene su tiempo. Alguien podría decir: “es que a mí me hubiera gustado nacer en la edad media”. Naciste ahorita, no en la edad media. “Es que a mí me hubiera gustado mejor haber nacido en los 70s”. No naciste en los 70s, naciste ahora. Es decir, no podés esperar a hacer en otra época lo que no te corresponde hacer; pertenecemos a una época concreta; cada quien es una persona de su tiempo, de su momento histórico, político, social cultural, en este contexto. El primer elemento por lo tanto es que Zacarías Guerra nace y vive en un tiempo concreto.

 

Cuando José Zacarías nace está la Nicaragua los Treinta años de gobiernos conservadores, y acaba de concluir la Guerra Nacional contra William Walker. Su padre, Benjamín Guerra, era un líder conservador, llegó a ser Ministro de Relaciones Exteriores, del último gobierno conservador de fines del siglo XIX. Benjamín Guerra, era por lo tanto un personaje político, conservador, reconocido en la sociedad nicaragüense, vinculado con los gobiernos y el pensamiento conservador. Fue quien firmó uno de los primeros acuerdos para construir el canal interoceánico en Nicaragua, en los años ochenta del siglo XIX.

 

Zacarías fue hijo ilegítimo, es decir, lo que llamaban “bastardo”. Ese término era muy pesado en aquella época, hoy no. Hoy ser madre soltera no pasa nada, tu mamá y tu papá no se casaron, no pasa nada. La sociedad de hoy es diferente desde el punto de vista de discriminar un hijo nacido dentro o fuera del matrimonio, pero la sociedad del siglo XIX en Nicaragua, una sociedad conservadora, clerical, fuertemente influenciada por la colonia, era extremadamente radical, de tal forma que ser hijo ilegítimo era una carga difícil y pesada para el hijo y la madre. Además, quedó huérfano, su mamá muere cuando era pequeño.

 

Él no tiene cerca al papá, el papá vive con su familia, él es hijo ilegítimo, se relaciona con sus tías, así es que él padece de orfandad. Es su contexto. Ese no lo escogimos nosotros, ustedes nacieron en una familia pobre o adinerada, nacieron de padres que tienen o tuvieron una posición política determinada, ustedes no lo escogieron, nacieron ahí. Benjamín Guerra, el padre, era un político conservador reconocido en Nicaragua: él no escogió a su padre, ese fue su padre; él no escogió que se metiera con su mamá sin casarse: se metió con ella y la dejó embarazada, y nació él, no escogió nacer así. Vivió ese contexto, heredé esa realidad personal, con esas características. Tiene que lidiar con ese. Ese es un primer punto, identificar y reconocer las circunstancias ineludibles del personaje.

 

El segundo punto que se deriva de lo anterior, es la orfandad. La orfandad porque su padre está y no está, la relación con su padre es distante. Su madre murió. Aquí viene una pregunta que uno se puede hacer, incluso ustedes: ustedes podrían vivir con su papá y su mamá, y podrían tener una sensación de orfandad, porque el problema no es vivir con tu padre o tu madre, el problema no es tener un padre o una madre biológica, sino sentir que tenés esos padres, y que están presentes, que hay una relación de afecto, compañía, etc., y no solamente un soporte económico, eso es muy complejo de entender, porque solo en el escenario concreto se puede ver.

 

La orfandad no es un asunto jurídico solamente, es un asunto emocional también, pero ¿qué es lo que hace la diferencia? Cada persona hace la diferencia: a veces puede ser que la persona requiera un exceso de atención, y los padres tienen realidades concretas, y ese exceso te deja insatisfecho en la relación de afecto. Pero a veces es suficiente una relación distante, y vos sobrevivís con esa relación. Me pregunto: ¿por qué hay jóvenes, por ejemplo, que no vieron a su padre ni a su madre nunca y tienen una vida estable? ¿Cómo enfrentaron la carencia? ¿Y por qué hay personas que, habiendo tenido madre y padre, tienen un comportamiento de fracaso? ¿Qué hace la diferencia? Es la persona. Pero son realidades que marcan.

 

Sin embargo, desde mi opinión, Zacarías Guerra, desde pequeño vivió en una condición de orfandad que lo encierra. Él tiene un profundo vacío de afecto, entonces él se refugia en su soledad y silencio, frente al rechazo social de ser bastardo, y con sus propios desequilibrios personales, carencias personales. Eso lo lleva a una vida de silencio frecuente. Pregunto en voz alta: ¿Por qué no quiso ser monje y encerrarse en un monasterio? No sé, esa respuesta no la tengo. ¿Por qué nunca se casó? ¿Por qué le fue tan difícil establecer una relación de afecto con alguien? ¿Habrá sido por timidez? ¿O habrá sido por una opción sexual distinta? No sé. Todos esos elementos están planteados ahí. ¿Habrá sido una decisión personal asumida temprano para trabajar por su propósito, renunciando a su felicidad? Todas esas hipótesis son posibles.

 

Tercero: el contexto histórico de él, en Nicaragua, ha estado sumido en guerras frecuentes. La Guerra Nacional devastó Nicaragua, la intervención de William Walker, vinieron ejércitos de toda Centroamérica, Walker se proclamó Presidente del país, hasta que fue finalmente sacado y la nación retomó una estabilidad relativa, sin superar los conflictos. Esos conflictos, sumados con los problemas medio ambientales, la sequía, por ejemplo, llevaron a que muchas familias del interior del país se movieran a las ciudades. ¿Y cuáles eran las ciudades? León, Granada y Managua, es decir, las ciudades más importantes. La población de Nicaragua era pequeña, y abandonaban el campo, porque había sequía y guerras, entonces había muchos niños huérfanos en las calles, deambulaban en las calles en las ciudades. La orfandad deambulaba en las calles, la pobreza, en un país devastado por la guerra, afectado por la sequía, todavía con procesos inconclusos para solucionar su propia estabilidad nacional Eso lo ve, y ese es un entorno sobre el cual reflexiona, no solo es orfandad personal la de Zacarías Guerra, sino también la orfandad que percibe en la sociedad. Aquí viene un punto importante que quiero compartirles: a veces uno ve el problema del otro, solo cuando es capaz de percibir su propio problema. Si uno sabe lo que es no comer, y pasar pobreza, uno comprende con facilidad la pobreza del otro. Si uno sabe lo que es andar a pie, porque no tiene carro, uno comprende la dificultad del otro para hacerlo. Si uno sabe la dificultad de estudiar, comprar libros, y pagar la colegiatura, uno comprende la dificultad del otro. Entonces, Zacarías Guerra tiene esa característica: su orfandad personal; es capaz de percibir con mayor sensibilidad humana la orfandad del otro.

 

Cuarto punto: hay otro personaje en la historia de Nicaragua también, sacerdote de León, se llama Mariano Dubón Alonso. León había sido capital de Nicaragua en el siglo XIX. Era la capital colonial y la capital eclesial, es decir ahí quedaba la sede de la iglesia católica de Nicaragua y Costa Rica, la Catedral de León. A fines del siglo XIX, un sacerdote de León, Mariano Dubón Alonso, de origen francés (su abuelo era francés), sacerdote y quien comenzó a tener una vida dedicada a los pobres en el marco de esas crisis que mencioné al principio (los niños deambulaban en las calles de León, pobreza, orfandad, viudez), creó un hospicio de niños huérfanos que se llamó Hospicio San Juan de Dios, donde hoy es la Iglesia San Juan de Dios de León, cerca del Colegio La Salle de León.

 

En esa iglesia, antes hospicio, había un asilo de ancianos y se había caído por un terremoto. Ese sacerdote le pidió permiso al obispo para habilitar ahí un hospicio para niños. Eso comenzó a crecer: tiene niños y comienza a hacer talleres de carpintería, enseñarles, trajo a los Hermanos Cristianos de La Salle de Francia para que le ayuden en la educación con los niños. Ahí es donde vienen los Hermanos de La Salle a Nicaragua en 1903. A principios del siglo XX, la obra de Mariano Dubón se conoce en Nicaragua. Los periódicos lo entrevistan y llegan a ver su trabajo con los niños; Zacarías Guerra percibe ese esfuerzo que se hace en León. Sumen ustedes los elementos: su contexto histórico, político social, su orfandad personal, percibir una orfandad en el entorno, y oír que alguien está haciendo algo, lo comienza a motivar a tomar una decisión.

 

Y finalmente, él tiene una vida, que me parece a mí: él percibía vacía, es decir, talvez decía: ¿qué hago? trabajo, gano dinero, tengo una finca, casas, las rento, mis caudales de dinero mejoran, tengo dinero, pero estoy solo. ¿Cuál es el propósito de mi vida? Me parece que él, en la búsqueda personal por identificar el propósito de su existencia, logra entender que es generar un alivio para los huérfanos de Managua. Entonces decide hacer lo que todos hoy sabemos.

 

Esto son los cinco puntos que quería compartirles, más allá del texto que podrán leer y que quizás algunos puntos que dije, alguno ya lo habrán percibido.

 

Aquí haría tres preguntas a ustedes: ¿qué les deja la lectura del libro? ¿Qué episodio o qué relato les impactó? ¿Y por qué te impacta? Porque aquí voy al punto de Zacarías Guerra, es decir, ¿cuántas personas vieron la orfandad? Muchos, pero a él le llamó la atención mucho y trabajó en eso, porque alguien puede ver y no siente, porque no logra conectar el escenario externo con el interno, pero los relato que puse ahí no está separado del impacto que causa con la percepción de ustedes, porque es para conectar lo externo con lo interno. Esas definiciones no las hace el autor, sino cada uno de ustedes.

 

***

 

Quiero agradarles a ustedes los comentarios que han expresado. Me alegro haber influido en sus pensamientos y en emociones positivas a través del texto. Ahí viene una de las grandes virtudes de la literatura, ustedes leyeron este texto, que es una obra literaria, es un texto con signos, no hay dibujos ni colores, de tal forma que, cuando se habló del personaje, se habló de la finca, del perro, cuando se habló de Managua, ahí no hay mapas ni fotos, no hay absolutamente nada, solo hay signos que se convierten en palabras, palabras que se convierten en párrafos, párrafos que se convierten en páginas, y páginas que son el texto completo. Ustedes leyeron un texto: la virtud del texto, la virtud de la literatura: es capaz de trasmitirte emociones, ideas, imágenes, cada uno de ustedes se imaginó el perro que quiso, se imaginó el rostro de los niños que quiso, a lo mejor le vio la cara de su hermanito, de su vecino, o del hijo de la empleada, no sé, pero se imaginaron un rostro, un rostro que no lo hice yo, lo hicieron ustedes, porque la literatura te invita a hacerlo y la cara de José Zacarías Guerra tampoco se las puse en foto, ustedes se imaginaron un rostro. Las calles de Managua, cómo era Managua en su contexto histórico, tampoco la dibujé y no hay fotos que ilustren eso, ustedes se imaginaron la Managua posible, desde su propia creatividad, con su imaginación, de tal forma que despertamos la creatividad, la imaginación, esa es la virtud del texto.

 

El texto, a diferencia de un video, obliga a imaginar, a crear, por lo tanto, te agiliza las neuronas, da agilidad mental, eso es importante. Esta es una clase donde están hablando de literatura, pero también la literatura te lleva a activarte integralmente, es decir, no solamente mental e intelectualmente, sino que también desde el punto de vista de las emociones, de tus proyectos de vida.

 

Si me pidieran un consejo, se los daría en voz alta: “Hagan lo que hagan, lean siempre”, porque si ustedes leen siempre, tengan la plena seguridad que no solo tendrán una mente ágil y abierta a todo, la literatura permite eso, la poesía te permite eso, sino que se van a permitir tener una mejor sensibilidad humana, ya seas ingeniero, médico o administrador de empresas, lo que querrás ser, lee, porque la literatura va aumentar tu capacidad mental, emocional y humana.

 

Refiriéndome a una de las cosas que ustedes mencionaron de manera general: el perro es un personaje central de la novela, ustedes los identificaron. Alguien puede decir, pero ¿cómo un personaje que no habla? Bueno, es un personaje que influye de manera clave; no es casual que las emociones de ustedes se activaran con el perro, y con los niños, porque efectivamente esa figura, ese personaje tiene ese propósito, esa es su misión. Pero además pretende demostrar el nivel de soledad personal, porque tuviera un hermano o una hermana con quien platicar, la soledad no es tan profunda, pero tenés ahí a un animal, a un perro de mascota, con la cual es tu confidente cotidiano, ahí demostramos el nivel de soledad del personaje principal.

 

Alguien mencionó que José Zacarías amaba la vida, efectivamente, e insisto que a pesar de sus traumas amó la vida, vivió su vida, y a pesar de sus traumas logró un propósito. Alguien puede decir, que está enfermo, que sus padres lo abandonaron, es decir, se ahoga en un vaso de agua, entonces ahogaría su vida para la oportunidad de vivir, se ahogas por la crisis de origen, pero, no fue así, a pesar de la crisis de origen, pudo identificar y emprender su propósito. Ahí está la diferencia. Creo que Zacarías Guerra, a pesar de sus traumas, es evidente que ello no impidió su propósito de vida.

 

¿Amaba la naturaleza? Si, ahí está la finca Las Delicias, no es historia, físicamente ahí está. Una finca que él desarrolló, expandió y que sigue siendo propiedad del hogar Zacarías Guerra, la dejó como herencia. Son más de 100 manzanas, hay parte de bosque, y hay parte de cafetales: la finca Las Delicias, en el Crucero, los vecinos del lugar le dicen La Finca de los Huérfanos, costumbre vieja. Tiene el mismo nombre con que Zacarías Guerra la compró, y heredó. Sigue siendo la misma finca, tiene más de 120 años desde que la adquirió Zacarías Guerra. La conocí: recorrí la finca, escribí en ella, recorrí cada detalle, me metí al ojo de agua, me puse a reflexionar y a tratar de recrear la vida posible que Zacarías había tenido en ese contexto natural. Una finca desde la cual podés ver, desde la altura, Managua, la Managua de aquel tiempo, el lago completo, desde Las Nubes.

 

Mariano Dubón Alonso fue reconocido por el papa Francisco como Siervo de Dios (2016), la iglesia católica lo reconoce como una persona ejemplar, imitable, hacia el camino de la santidad. Más allá de eso, indudablemente es un hombre ejemplar. Reconocido en León como San Mariano de Nicaragua. La presencia de Mariano Dubón es influyente, me parece a mí, en la decisión de Zacarías Guerra.

 

Sobre José, me pregunto ¿Murió en paz? ¿Fue feliz? Esas preguntas solo las responde la persona misma, es muy difícil saberlo, pero cuando una persona trabaja para un propósito y logra el propósito pienso que es un primer factor clave para su felicidad, y su satisfacción, es decir, haber logrado algo que sabía que haber hecho, como cuando uno dice “terminé mi tarea, hice bien lo que me tocó hacer, lo demás ya vendrá”, entonces, eso da un nivel de satisfacción importante que creo que en este caso logró.

 

Después de la muerte de Zacarías Guerra, dada las características de su vida (que ahí se perfilan), en Managua, de principios del siglo XX, se despertaron un montón de mitos, de leyendas, digamos así. Imagínense ustedes, leyendas de desaparecidos, desde el testamento: “Maldito mil veces el que desvíe estos reales para otro propósito”. Entonces después, en la tradición, de los años 20, de los años 30, de repente el administrador se moría en un accidente, ¿qué decían? Que estaba robando los reales. Es decir, cualquier cosa que le pasara al que tocaba los reales, en cualquier circunstancia, siempre fue interpretada como una consecuencia de la maldición por haber manejado mal los fondos, y es cierto, durante más de 100 años, más de alguno manejó mal el patrimonio, eso es cierto, nadie puede dudarlo, más de alguno robó, es cierto. Pero también venía la leyenda, la tradición de que pagaba las consecuencias.

 

También se habló de que había dejado más recursos, dinero escondido, tesoros, es decir, esas son leyendas. Nunca se comprobó que eso fuera cierto, pero se dijo, en los años 20, en los años 30, en los 40, la gente especuló que podía haber “no sé qué cosa” escondida. De tal forma que, fue un personaje que construyó mitos, que construyó leyendas, pero que desafortunadamente fue olvidado, en términos del sentido de su vida, que traté de rescatar en la novela que ustedes leyeron.

 

Finalmente, quiero referirme al tema de la exclusión que alguien tocó. El ser humano, una de las cuestiones que más busca en sus vidas es ser incluido. Ser incluido para comenzar, en una familia: la primera inclusión importante es que querés pertenecer a algo, a una familia. Pero también querés pertenecer a un país, a una nación, a una comunidad, eso es una necesidad por tenés de una nacionalidad. Te incluís en una iglesia, querés pertenecer y ser parte de algo. O a un equipo de béisbol o futbol, a una universidad. Es decir, el sentido de pertenencia, es una de las demandas más importante del ser humano, de tal forma que, excluir a alguien es empujarlo al despeñadero, es decir, podés pasar hambre, dificultades, pero sentirte incluido para comenzar, en una familia, o comunidad, es fundamental porque el ser humano es esencialmente social. De tal forma que, sin lugar a dudas, el padecimiento más fuerte que tuvo Zacarías Guerra fue el sentido de exclusión, es decir, fue excluido de muchos espacios, para comenzar de una familia: el sentido de orfandad. También fue excluido de la sociedad que lo veía como bastardo, una sociedad conservadora. De tal forma que él se tuvo que aislar, defender y protegerse para subsistir con sus traumas y fragilidades en función de un propósito que había perfilado con claridad.

 

Muchas gracias.

 

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2 Comments
  1. Ivon Téllez

    July 17, 2019

    Este personaje según la descripción dejo muchas incógnitas en relación a quien era y solo se nos dan los hechos que pudieron ser observados por agentes externos como lo afirma el autor, esto motiva a la lectura de la novela.

    • Francisco Javier Bautista Lara

      July 23, 2019

      gracias, habrá que leer la novela Manantial.

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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