Contagiados por “La reencarnación estética del deseo”
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Contagiados por “La reencarnación estética del deseo”

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June 10, 2023

“Rechazar este mundo e inventar otro ha sido la labor de las ciencias,

la libertad y el arte, pero también de muchos de nuestros sueños y emociones”.

Orlando Núñez Soto

 

Contagiados por “La reencarnación estética del deseo”No todo lo que se ve, se percibe o se lee es capaz de contagiar de un algo que, aunque lo ignores, lo sientes, y que, sin precisarlo, tienes la certeza que está en vos, comienza a crecer y expandirse, porque ha sido consecuencia de una provocación exógena que has alojado dentro, entonces dirás que estás contagiado de las ganas de divagar, descubrir y hacer, de incursionar en un universo insinuado que desconocías y quizás sospechabas, de zambullirte en la turbulencia de las ideas que han sido desatadas y agitadas, o que, desde el razonamiento y la emoción con el que fueron hilvanados con fluida lucidez, han encontrado la calma… Eso me ha sucedido cuando recorrí las 288 páginas, -asumiendo la lectura como un placentero proceso que hay que recorrer para disfrutar sin prisa-, del ensayo del maestro, escritor, economista y científico social nicaragüense Orlando Núñez Soto (León, mayo 1946), en el libro: “La reencarnación estética del deseo” (abril 2022) que ilustró en la portada, según la lógica provocadora del texto, con la sugerente escultura del pintor y escultor del barroco italiano Gean Lorenzo Bernini: “El éxtasis de Santa Teresa” (1652).

León Tolstoi concebía el arte “como una especie de contagio” que es lo que Orlando llama “reencarnación estética”, cuando el mensaje y la imagen adquieren forma, una especie de carácter material y espiritual, tangible e intangible, “se refiere a la transferencia de imágenes o mensajes emocionales que viajan desde el cuerpo artístico a través de la representación lograda por las obras de arte, para posarse finalmente en el espectador”. Agrega “una obra de arte logra su objetivo de reencarnación cuando prende en los otros”, entonces, ocurre el sorprendente fenómeno conocido: “las obras de arte completan su existencia cuando su espíritu se encarna en los demás, más allá del artista que las produjo”. En la literatura decimos que el autor solo escribe la mitad de la obra y que el lector –sujeto activo, no espectador pasivo-, la complementa, amplía y concluye –aunque siempre será inconclusa- (cada vez que lea –aun el mismo lector- será distinto), según su naturaleza, las circunstancia, el interés, la motivación, la información y los prejuicios. El autor libera el texto producido -se excusa de sus consecuencias-, para que se haga, deshaga y rehaga en cada lector, al gusto y antojo de ellos, del que no necesita estar conscientes.

Contagiados por “La reencarnación estética del deseo”Hay en todo, una especie de “comunicación y comunión del ser con sus semejantes y consigo mismo”, en cuyo proceso de “reencarnación del deseo” “se necesita de un artista y un espectador”, que no es solo racional, no está alimentado de la razón pura (no sería arte, incluso ni ciencia), sino también inseparable de lo espiritual, emocional e instintivo. La belleza puede ser representada en diversidad de formas, constituye algo así como “el esfuerzo de vivir de otra manera”, o de ver y sentir de manera distinta, una idea y un sentimiento, un instante con todo lo que ello arrastra, al ser representado adquiere belleza particular en cuyos rasgos surge, desde el misterio que despierta la curiosidad y la perenne novedad que nos agrada, la obra de arte, siempre y cuando ésta sea capaz de ser consumida o percibida para atrapar y perdurar.

Identifico que el interés de buscar y descubrir se despierta o activa por la curiosidad. Curiosidad para satisfacer necesidades y obtener placer, un goce estético, -dirá Orlando-, que es posible por múltiples condiciones en las que se incluye el estado de ánimo del momento, la salud física, emocional y mental, y el tipo y nivel de información y educación para comprender, y hasta la época y la cultura social predominante, lo que genera diversas e inagotables posibilidades en la comprensión del texto o la obra.

¿Por dónde entra en primer lugar el arte? Reconozco que la razón no es lo primero, no es lo que abre las puertas del interés y de la curiosidad, lo que hay que tocar primero son las emociones, entonces, se abrirá el resto, y la imagen vista, el entorno percibido, la obra contemplada desde los sentidos, se procesará y alojará en uno en proporción similar o sobredimensionada a la motivación emocional, a la sensibilidad humana, y después, entrará el razonamiento de la forma, de la técnica, de la belleza en cuanto a la idea que fue revestida de sentimientos para hacerse atractiva e imperecedera.

¿El arte imita a la naturaleza o el arte la crea e inventa? En realidad, la imaginamos, y lo que imaginamos lo convertimos en lo que creemos –a veces hacemos lo que creemos-, es la verdad que asumimos hasta que otra imagen-imaginación la sustituya o se agregue. El imaginar “es el primer oficio de la vida”. ¿Qué seríamos sin la capacidad de imaginar? Todo está en la imaginación, de allí las palabras, capaces de representar, a partir del sonido y la grafía, una imagen de algo que cada quien interpreta, a pesar de las convenciones comunes, desde el alcance particular como individuo y grupo social en su tiempo y circunstancia.

Cuanta una anécdota del budismo Zen que va caminando el maestro con el discípulo por la montaña, el discípulo insiste en que le enseñe todo lo que debe saber, el maestro continúa y no responde, hasta que se detiene, y pide al discípulo que inhale con profundidad, el discípulo lo hace, el maestro pregunta: “¿sientes el aroma de los azares del bosque?”. El discípulo responde: “si, lo siento”, el maestro dice: “no tengo nada más que enseñarte”. Así es el arte y la belleza, ¿la sientes? Entonces se habrá producido “la reencarnación estética del deseo”.

El autor, rebelde de las ideas y de la acción, ha incursionado con propiedad en una nueva temática, distinta a las que hasta ahora había explorado con aguda lucidez en sus más de treinta libros publicados. En ellos ha tenido la destreza de cuestionar el orden de las cosas y de reacomodar las cosas en el caos de la perfección inalcanzable, ha sido artífice de debates y articulador de utopías, luchador revolucionario y ha hecho de la rebeldía su motivación a pesar que a veces el silencio y la soledad que radica dentro de él mismo, lo agobia y aprisiona en los oscuros e imprecisos laberintos desde donde continúa caminando para ver la luz.

Núñez Soto es un personaje creado por sí mismo que, desde la adversidad, ha recorrido la vida explorando el universo próximo y lejano, que ha luchado y superado sus propias contradicciones y a veces, se ha empantanado en ellas, ha experimentado realidades e imaginado futuros posibles e imposibles, ha promovido procesos, perfilado esculturas, pintado horizontes, ha divagado en sus textos y conferencias académicas para continuar dejando un legado de razonamientos y elucubraciones en los que, para navegar en ellos, se requiere la destreza de la paciencia y la resistencia de un nadador de olimpiadas.

Núñez Soto, en la dinámica intensidad espontánea de su vida, cuando estudiaba el doctorado se asomó al movimiento anarquista francés (Mayo francés 1968) y a los procesos sociopolíticos latinoamericanos, convivió en la comuna experimental en Cuba (Campamento 5 de mayo 1968) en julio de 1968, incursionó como “activo militante del proyecto alternativo a la Dictadura del Orden Establecido”, desde la efervescencia académica, social y revolucionaria, participó en la lucha contra la Dictadura Somocista y, de la rebeldía anarquista pasó a la militancia política orgánica, asumió como  funcionario público durante la primera y segunda etapa de la revolución sandinista,  promotor comprometido, desde la organización social, de ideas, proyectos y cambios desde la lógica de la equidad, la solidaridad, la sostenibilidad y el bien común, en los difíciles escenarios del desarrollo socioeconómico frente a la pobreza y la exclusión histórica, estructural y mental, en las condiciones de agresión e imposición neocolonial, a pesar de las múltiples maniobras desestabilizadoras y manipulaciones de los agentes externos e internos que pretenden frustrar el rumbo de autodeterminación en la conquista de la utopía posible.

Hombre de debate, de palabras y acciones, franco, quien, a pesar de sus imperfecciones y fragilidades humanas, ha estado revestido con la nobleza de la sencillez y la grandeza del conocimiento compartido que no es patrimonio de nadie ni es incuestionable, porque, precisamente, de la posibilidad de revisarlo y replantearlo, surge la oportunidad del cambio y la oportunidad de la prosperidad común.

¿Por qué se atrevió a divagar sobre el tema que aborda este libro? Él dice: “Siempre me pregunté si había una búsqueda de la verdad, diferente a la verdad científica o a la verdad religiosa. Y tuve el presentimiento que en la estética y el arte había una historia y una verdad relacionada con el campo de las emociones y de los sentimientos, y durante varios años fui madurando ciertas hipótesis que me decidieron adentrarme en el campo de la estética”. El libro, es por lo tanto consecuencia de la búsqueda de la verdad –la búsqueda en Orlando en una constante; no hubo respuesta para la pregunta de Pilatos a Jesús: “¿Cuál es la verdad?” – y que, en la madurez de la vida, es capaz de aflorar y compartir con propiedad.

Leer “La reencarnación estética del deseo”, es un placentero recorrido histórico, filosófico y sociológico, mental y emocional, no ajeno a cuestionamientos, en el que también se asoma a la herencia de Cervantes, a la sabiduría de Kundera, al relato de Fuentes, a la poesía contra el mercado de Paz, a la estética de Darío, a la revolución del espacio de Matta, a la música celestial de Mozart, a la tragedia del migrante en el teatro de Meléndez y a la sensualidad sublimada de un canto anónimo nicaragüense.

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1 Comment
  1. Diego Nunez

    June 10, 2023

    Excelente reseña!

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FRANCISCO JAVIER BAUTISTA LARA
Managua, Nicaragua

Comparto referencias de mis libros y escritos diversos sobre seguridad, policía, literatura, asuntos sociales y económicos, como contribución a la sociedad. La primera versión de esta web fue obsequio de mi querido hijo Juan José Bautista De León en 2006. Él se anticipó a mí y partió el 1 de enero de 2016. Trataré de conservar con amor, y en su memoria, este espacio, porque fue parte de su dedicación profesional y muestra de afecto. Le agradezco su interés y apoyo en ayudarme a compartir.

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