Al despertar, en una mañana de marzo,
de frescura seca y calidez cotidiana,
cuando el día apenas comienza a mostrar su primera claridad,
me doy cuenta que vivo una vez más.
Alzo la vista al cielo despejado que nos encierra y expande,
diviso el firmamento próximo
plagado de pequeños luceros,
agujeros que se cierran o comienzan…